LA INSEGURIDAD Y LA EDUCACIÓN

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El principal vínculo teórico entre educación y el comportamiento criminal es bastante directo: la educación aumenta las oportunidades de acceder a trabajos legales e incrementa sus salarios, lo cual reduce el atractivo financiero de las actividades delictivas, por ello es de enorme importancia enfocarnos en la educación de los niños y jóvenes como una estrategia para reducir la criminalidad, los gobiernos de turno deberían poner más atención en este punto, porque no es una solución construir o ampliar las cárceles para combatir la inseguridad, es procurar que menos gente ingrese a las cárceles.

Varios países de la región, bajo la premisa de que mejorar la educación o el tiempo de permanencia en la escuela, reduciría el crimen, están tomando medidas dirigidas a niños y jóvenes en edad escolar. Por ejemplo, en Jamaica se reforzaron 56 escuelas y como parte de su programa de Seguridad Ciudadana, también se realizarán actividades para mejorar el comportamiento de los niños y su retención en el sistema escolar.

En otros países han tomado medidas tendientes a este fin, con una importante inversión pública en la construcción de nuevas escuelas, modernizando el currículo para retener a los niños y jóvenes y ofreciendo actividades extracurriculares, con el fin de mantenerlos en un ambiente sano y despertar su interés por el deporte, las artes, la tecnología, etc. El BID, como parte del Plan, en Brazil por ejemplo, implementará 15 Centros de Ciudadanía con servicios de educación remedial y recreación en las comunidades con mayor incidencia del delito. En varios Estados se están desarrollando estrategias similares. En Costa Rica, también con apoyo del BID, se construirán Centros Cívicos para niños y jóvenes en donde tendrán actividades recreativas y educativas como parte de su currículo.

La evidencia disponible del vínculo causal entre educación y crimen provienen del mundo desarrollado. No tenemos conocimiento de estudios de este tipo en la región, aunque las recomendaciones de política parecen propicias para nuestro país también. Cualquiera sea el mecanismo subyacente, una mayor escolaridad reduce significativamente la participación delictiva.

En esta misma línea de investigación, cambios en las leyes de asistencia obligatoria a la escuela en el Reino Unido, también mostraron efectos causales en la reducción de crímenes contra la propiedad (Machin, Marie y Vujic, 2012). Sin embargo, no solo parece relevante el mayor nivel de educación, sino también la calidad de educación que se recibe. Deming (2011) estima el impacto de ir a diferentes tipos de escuela en el crimen. Para identificar un efecto causal, utiliza la asignación aleatoria a las mejores escuelas mediante una lotería en el distrito escolar de Charlotte-Mecklenburg (EEUU). Siete años después del sorteo, los beneficiados con la posibilidad de asistir a las mejores escuelas fueron arrestados con menor frecuencia y por menos días. El efecto es mayor en los jóvenes de mayor riesgo, quienes cometieron un 50 por ciento menos de crímenes en comparación con aquellos no beneficiados por la lotería.

En la actualidad esperamos que con las medidas que está tomando el Gobierno, se disminuyan los niveles de inseguridad, pero concomitante a ello se debería pensar en incrementar el presupuesto para educación, ampliando los servicios, capacitando a los docentes, emprendiendo en campañas para que todos o un mayor porcentaje acudan a la escuela y colegio y concluyan al menos el Bachillerato, para que puedan ingresar al campo laboral y evitar que engrosen las bandas delictivas, parece una utopía, pero no queda una esperanza de día mejores para nuestro querido país.