LA PRESENCIA CAÑARI DURANTE LA CONQUISTA Y COLONIA.
Freddy Enríquez Jaramillo
Gracias a las valiosas publicaciones de Waldemar Espinosa Soriano sabemos que no hubiera sido posible la Conquista española en una forma tan rápida sin la ayuda de algunas etnias indígenas que se pusieron al lado español, ora para librarse del yugo incaico, ora para pedir a los forasteros ayuda contra una de las fracciones en que fue dividido el imperio en la época de la llegada de Francisco Pizarro y sus huestes.
Los Cañaris se perfilaron de una forma importantísima, especialmente en la Conquista de la parte Norte del Tahuantinsuyo”, según Miño “la agitada
participación Cañari en todo este proceso fue sin duda importante y discutida”, “cuando D. Francisco Pizarro y sus hombres se encontraban en Túmbez en el año de 1532 fue al encuentro del conquistador español un grupo de indios a pedir ayuda a los recién llegados contra los oficiales del Inca Atahualpa, de quienes tenían que sufrir muchos abusos y persecuciones. Estos indios fueron Cañaris”.
Miño en referencia a la actitud adoptada por los Cañaris en su apoyo a los españoles, comenta que “…sería entonces imposible pensar en una fidelidad (hacia los incas) cuando el conquistador español se presentaba como una liberación al sojuzgamiento al que los habían sometido los incas y, por otro lado, a un elemental sentido de supervivencia cuando el grupo de mitimaes y yanaconas del Inca al caer el Tahuantinsuyo, había quedado desvinculado de la organización del Imperio, sin protección y muy posiblemente, en continuas pugnas con los grupos locales. Se puede pensar, entonces, que los mitimaes y yanaconas una vez roto el equilibrio de
reciprocidad y sus derechos del núcleo de origen, optaron por una alianza con
los españoles.
Es así, que “en la Sierra misma se unieron más Cañaris a Benalcázar. Cuando por ejemplo el conquistador español se acercaba a Cañaribamba venían como mensajeros de un señor Oyañe los principales Nimique, Llenizupa y Pallacache…También terminadas las guerras civiles, los españoles ocupaban a los Cañaris en servicio fuera de su región. En 1594 el testigo Alonso Laguío, dice “sobre el ya mencionado D. Diego Vilchumlay (Curaca Cañari), que este muchos años después fue hacia la ciudad de Quito para ir a la conquista de la Lita y Quilca, términos de la dicha ciudad que estaban rebelados contra el rey y nuestro señor”.
También se conoce que en la sublevación de Mango Inca y cuando su general Quizu Yupanqui cercaba la ciudad de Lima en el mes de agosto de 1536, un encomendero de los Cañaris, Diego de Sandoval, levantaba un cuerpo de estos indios –entre los que se encontraba D. Diego Vilchumbay- y marchaba el socorro de la ciudad cercada. “Púsose en camino con ellos, y prosiguiéndolo, sabido por los indios cercadores que venían los Cañares contra ellos, alzaron el cerco”. Pues a criterio del cronista Reginaldo de Lizárraga, los Cañaris se “…tenían como guerreros diestros entre los indios…”, donde destacó la actuación del Curaca Cañari Francisco Chilche, quién decapitó a un capitán Inca luego de un duelo, al salir en defensa del honor de los Viracochas y años más tarde se transformaría en el más influyente indígena del Valle de Yucay y del Barrio de Santa Ana del Cuzco.
Citado por Miño, Cieza de León dice que: “…como esta ciudad (Cuzco) estuviese llena de naciones extranjeras y tan peregrinas, pues había indios de Chile, Pasto, Cañares, Chachapoyas, Caucas, cada linaje de ellos estaba por sí, en el lugar y parte que les era señalado…guardaban las costumbres de sus padres y andaban al uso de sus tierras”.
El mismo Gracilazo nos cuenta que celebrando una fiesta religiosa en el Cuzco, desfilaban en procesión todas las parcialidades con sus tradicionales
costumbres, su propio idioma, etc. Y que: “…pasando las cuadrillas, como hemos dicho, para ir en procesión, llegó la de los Cañaris, que, aunque la provincia dellos está fuera del distrito de aquella ciudad, van con sus andas en cuadrillas de por sí, por que hay muchos indios de aquella nación que viven en ella, y el caudillo dellos era entonces don Francisco Chilche Cañari…”.
Además, “Chilche será el proveedor, o uno de los principales proveedores de mano de obra a los españoles afincados en el valle de Yucay, rompiendo con esto cualquier estructura anterior”. Puesto que “luego de la llegada de los españoles, los yanaconas pierden su status y privilegios concedidos por el Inca y son reducidos a simples servidores con características de esclavitud y adscritos a diferentes amos.”
Pero también los Cañaris tuvieron presencia en Cajabamba, Huamanga o Cajamarca y Lima, “…que tanto los mitimaes (yanaconas para los españoles) de Lima como los de Huamanga se afincaron en aquellos lugares debido a la actividad de los conquistadores tanto de Francisco Pizarro como Alonso de Alvarado.
Con el primero se quedan en sus repartimientos de Lima, en Chuntay, pasando luego a poder de su hija doña
Francisca Pizarro con el segundo en Chiara, reducción que hizo Lope García de Castro en base a la gente que integraba los ejércitos protagonistas de la Batalla de Chupas.”
Años después en 1711 el Alcalde de Minas, “presenta una apelación al Superior Gobierno para que los Cañaris y Chachapoyas acudan a las minas de Huancavelica para: “maior servisio de su Majestad que resulta de la mita de dichos indios en esta su real mina…”. Pero en 1712, según documento se detalla que los Cañaris disminuyen en número y asumen roles artesanales, que a decir del Protector de Naturales: “…a causa de que son pocos cañares se les pierden sus sementeras y otras granjerías con que se sustentan assi y a sus mugeres y no pagarles nunca la dicha su ocupación y pierden algunos de ellos el trabajo de sus oficios de sastre y zapatería…”.
Para principios del Siglo XVIII las reducciones parecen haberse centrado
principalmente en Guayllabamba y Urubamba. Donde en la documentación se registra al Ayllu “Libre cañari” con su principal Andrés Curimanga. Y en otro documento suelto de 1770 en un resumen general de los repartimientos de Urubamba, Yucay y Maras, se incluyen “indios y cholos forasteros”, donde constan diferentes ayllus, entre ellos los Cañaris en los repartimientos de Urubamba y Yucay”.
En este siglo, las invasiones de tierras tomaron mayor fuerza, y se encuentran
varios litigios que involucran a Cañaris o sus descendientes: ya en 1732 Marcos Chiguan Topa, reclama la sucesión de su esposa Josepha Landiscusnay, “nieta y descendiente del dicho capitán mayor Don Francisco Chilche”, a quién el Marqués de Castel Fuerte (1724-1736) le “hizo merced de Yndios Cañares y Lanzas para el Ornato y defensa de su persona”.
Así también, en 1792 el Ayllu Hurinsaya de los Cañaris, reclaman las tierras de
Porotopamba contra Toribio Barreda. En 1751 el curaca y sus indios Cañaris del Ayllu y pueblo de Palcoyaco eran objeto de juicio por una supuesta usurpación de tierra que les pertenecía “desde tiempos inmemoriables” por Diego López de Belledo, en Guamanga.
En 1785, Joseph Ramos Tito Atauche y sus indios Cañaris también eran objeto de polémica por usurpación de tierras en la Provincia de Abancay, en el camino de los indios de Chinchero.
Pero a través del tiempo, el sentido de lo Cañari parece que va tomando diferentes significaciones. “La primera que designaba a personas pertenecientes al grupo étnico como tal y la segunda, la que adscribe a personas con funciones policiales, hasta quedar plasmada en el Ollantay como “vasallo leal”. Así, citando a Jiménez Borja, Udo Oberem informa que en Sallag Urcos (Departamento del Cuzco) el deber de un funcionario indígena denominado para el efecto CAÑARI, es ir muy de mañana recorriendo el pueblo, llamando a las cosechas de trigo al son de un rondador”.
Por último, Espinoza Waldemar, señala que “documentalmente sabemos que los españoles liberaron perpetuamente de tributos a los mitmas Cañar residentes en Yucay y en Vilcas. Fue la retribución
que recibieron por haberse aliado con los invasores europeos para aniquilar el
imperio de los incas. Pero con los Cañares radicados en Yaro, Huamachuco, Cajamarca, Jauja, Tarma, Copacabana, Lambayeque, etc., no sucedió lo mismo, lo que quiere decir que éstos no brindaron un apoyo eficaz a los castellanos, motivo por el cual no fueron agraciados con nada, quedando igual o quizás peor que antes”.
Esta fue la presencia geopolítica del pueblo Cañari, que cumplió un rol destacado en diferentes momentos de la historia andina y aún con protagonismo durante la colonia española en varias localidades del desaparecido Tahuantinsuyo y que hasta tiempos actuales es recordado en los acontecimientos y documentos anotados.